La princesa del pop había
caído. Era una espiral en descenso que comenzó cuando se supo que de su
virginidad no quedaba nada y que había decidido casarse con uno de sus
bailarines, que a su vez dejó a su esposa embarazada. Tuvo dos hijos, fue un
desastre de madre y él ahora la dejaba.
En 2007, Britney Spears
vivía en el infierno. Y entonces hizo esta locura en California, en el salón de
belleza Esther:
Por supuesto, le pidió a la
misma Esther que la rapara. Ella se negó, por lo que la cantante lo hizo por sí
misma. Luego se mandó a hacer dos tatuajes. El empleado del local le preguntó
que por qué se rapó la cabeza. Ella le dijo que estaba harta de que la tocaran.
La prensa hizo un festín del
asunto e incluso se apostaron fechas para su muerte. Nadie, absolutamente
nadie, la ayudó con la peor crisis de su vida. Ella salió sola de sus
problemas.
La gente recuerda lo que
pasó hace nueve años. Pero la diva se recuperó completamente y ahora brilla en
Las Vegas a sus 34 años.
Así lucia la cantante en 2007:
Así luce actualmente la cantante:
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