El 23 de julio
del 2011 la cantante Amy Winehouse fue encontrada muerta en su piso de Londres.
La británica tenía problemas con el abuso de bebidas alcohólicas y drogas. Con
su voz rasgada revitalizó el soul, y proporcionó con su vida privada constantes
titulares a la prensa amarilla de su país.
Un documental aprobado
primero y denunciado después por su padre, que lo tildó de engañoso porque
muestra sin pudor cómo casi toda la gente que rodeaba a la cantante no supo
medir su vulnerabilidad ni la ayudó a frenar una vida descontrolada que acabó
con su muerte con tan solo 27 años.
Una edad que tampoco
superaron Jimmi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison o Kurt Cobain, todos ellos
víctimas de su enorme éxito, al igual que le pasó a la joven británica de voz
portentosa que triunfó mundialmente con su segundo disco, Back to black, por el
que ganó cinco Grammy.
Una subida a las estrellas
y un descenso a los infiernos tan estereotipados como los adjetivos que
describen su vida en un documental dirigido por el británico Asif Kapadia.
Porque la vida y muerte de
Winehouse es la repetición de una historia habitual entre las estrellas, lo que
no elimina el horror que supone ver documentada en la gran pantalla la vida
errática de alguien que podía haberlo tenido todo.
Con testimonios muy
valiosos de amigas de la infancia -Juliette Ashby y Laurent Gilbert,
principalmente-, de su primer representante, Nick Shymansky, de sus padres
-Mitchel y Janis-, de su marido, Blake Fielder-Civil, y de la propia Amy, el
realizador construye un retrato desolador más allá de la imagen conocida de la
cantante.
Un documental que comienza
con unas imágenes rodadas en vídeo casero durante el cumpleaños de una de sus
amigas cuando Amy solo tenía 14 años, pero en las que ya se intuye una
personalidad compleja.
Con una voz espectacular,
más propia de cantantes negras de jazz, la británica estuvo obsesionada desde
muy joven precisamente con ser una buena intérprete de ese género de música,
que era el que más le gustaba.
Y vivió como una especie
de traición el tener que componer y cantar temas mucho más pop, pese a que los
arreglos hacían que su voz sonara espectacular e hiciera de esas canciones un
género en sí mismo.
Pero Amy Winehouse era una
persona fuerte y débil al mismo tiempo, dependiente del cariño y la atención de
los demás, bulímica, drogadicta y alcohólica, que llega a confesar a su amiga
Juliette en una imagen recogida en la película que "el mundo es un rollo
sin drogas".
Confesiones como esas
hacen del documental de Kapadia un documento único para acercarse a la
personalidad de la cantante fallecida en 2011.
"Lo que más me chocó
al hacer el filme es lo jóvenes que eran todos, porque he conocido a sus amigos
y acaban de cumplir los 30, y solo ahora están empezando a crecer un poco.
Entonces tenían 20 o 22 años, ella tenía medio millón de libras y nadie decía
no. Ella podía hacer lo que quisiera", aseguró el realizador tras la
presentación del filme en el Festival de Cannes.
Para Kapadia, la vida
desenfrenada que llevaba la creadora de canciones como Rehab era en gran parte
una llamada de auxilio para que alguien "parase todo", pero nadie lo
hizo.
La cantante era afectuosa
con sus amigos, estaba obsesionada con su padre y con Fielder-Civil, y
presentaba unas fuertes y evidentes tendencias autodestructivas. Así la
presenta un documental que muestra la inevitabilidad del destino de Amy,
abocada desde un principio a un trágico final.
Los documentos más
destacados del filme son, sin duda, las grabaciones de la voz de la cantante,
ya sean en entrevistas, en conversaciones con sus amigos e incluso en mensajes
telefónicos dejados a diversas personas.
Su testimonio, sus
opiniones, sus miedos o sus ambiciones musicales quedan muy bien reflejados en
un documental que deja oír algunas de las maravillosas canciones compuestas por
la cantante, comoStronger than me, You know I'm no good o, por supuesto, la
mítica Rehab.
Pero tampoco oculta sus
peores momentos, sus fallidos intentos de dejar las drogas o algunas de sus
penosas actuaciones bajo los efectos del alcohol, así como su negativa a cantar
en el concierto de Belgrado de junio de 2011, que supuso el principio del fin.
"Si pudiera cambiar
todo solo para poder caminar tranquila por la calle, lo haría", le dijo
poco antes de morir a una de sus amigas.